Terreno olvidado capitulo 2

El que me haya levantado de entre las penumbras del sueño no quiere decir que por dentro me sienta bien o el saber que estoy vivo llene de luz mi vida.

-¡Vamos par de flojos! El Sr. Jones los espera- Uno de los gorilas nos sacude y nos saca del camarote a empujones

Hemos llegado a un islote alto y escarpado, está lloviendo y hace mucho viento, el día está gris. José me mira sorprendido.

-¿Qué pasa?

-No lo sé, no les demuestres miedo.

-Nos… ¿asesinarán?

-Lo dudo- No es posible viajar tanto solo por un simple asesinato ¿no?

Cuando bajamos del bote y subimos la pendiente del islote, pensaba encontrarme con todo menos con lo que vi frente a mis ojos.
Una cabaña.
Una pequeña cabaña, no de esas que ves en las películas románticas, pero de que era una cabaña lo era.
Los guardias de Alfred nos llevaron dentro, donde este se sentaba sobre la única cama.

-¡Ah!, veo que ya despertaron de su bello sueño, se preguntaran ¿Por qué están aquí?

-Claro que si, gordo achorado- Le dijo Josesito.

Alfred nos miró con una sonrisa perversa.
-Son mis prisioneros, a la cárcel sin pasar por la salida.

-¿Qué?- no entendía para que nos quisiera el gordo.

-Shh-se puso un dedo sobre la boca- yo no revelo mis planes, nos vemos en dos meses.

-¿¡Y cómo quieres que vivamos!?- gritó Josesito

-Ah, lo olvidaba, en el almacén hay comida, ojalá les guste la avena…

“¿Avena?”

Alfred se fue, y nosotros de verdad estábamos atrapados.
-¿Cómo fue que empezó todo esto?-pregunté sin querer obtener una  respuesta- ¿Cómo terminamos como presos del gordo?

-Por giles…

-Ya veo…

-Si nos hubiéramos dado cuenta de las intenciones del gordo, de su falsa hermandad para
ser una sola nación tan libre y rica como el…no hubiéramos perdido tanto

Nos silenciamos profundamente, y afuera seguía igual.

-Ven-le dije a José tomándolo de la mano- A descansar, no fue nuestro día

José se puso tenso

-P-pero…

-¡José! ¡No te haré nada de nada! ¿Acaso no confías en mí?

El me sonrió.

-Tienes razón Francisco, que tonto.

Ambos nos acostamos en la cama y por primera vez desde la culminación de esa guerra, descansé realmente.

    “Cada traición nos va haciendo más sabios para escoger a la gente que nos rodea”